Escribe: Raúl Diez Canseco Terry *
La semana pasada participé en el más grande encuentro de la educación en el mundo: la feria educativa NAFSA 2023, realizada en Washington, Estados Unidos. Hace 15 años que asisto con la Universidad San Ignacio de Loyola a este tipo de encuentros, pero esta fue la primera vez que participaron 11 universidades peruanas, promovidas por el Ministerio de Educación.
La viceministra de Gestión Pedagógica, Miriam Ponce Vértiz, estuvo allí, lo que revela la importancia que empezamos a darle a la exportación de servicios educativos, un rubro donde América Latina tiene que estar. Porque si algo quedó claro en este encuentro global de universidades e institutos superiores de estudio es que la educación internacional es esencial para el éxito de los países que aspiren a competir con éxito en la economía global.
Estados Unidos, por ejemplo, se ha propuesto aumentar sus esfuerzos para atraer y retener a los mejores y más brillantes talentos del mundo. La primera potencia del planeta se ha dado cuenta que no puede darse el lujo de quedarse atrás en la competencia mundial por el talento estudiantil.
Un millón de estudiantes extranjeros estudian hoy en universidades norteamericanas. Más del 50 % proviene de solo tres países: China, India y Corea del Sur. Canadá otorga visas para estudiantes calificados y permisos de trabajo posteriores al estudio, que son válidos hasta tres años. El Reino Unido se ha propuesto tener 600 mil estudiantes internacionales para el 2030.
El talento es hoy un valor. Y más aún el talento emprendedor. En términos económicos, es el mayor commodity de los países porque es la base de la nueva economía. Una cuarta parte de todos los unicornios norteamericanos (empresas emergentes valoradas en mil millones de dólares o más) han sido fundadas por personas que llegaron por primera vez a EE. UU. como estudiantes internacionales.
En el libro “Educación con futuro. Libertad y valores”, que presenté hace unos meses, desarrollé esta idea de formar estudiantes para volverlos ciudadanos competitivos en esta sociedad global de constante desarrollo tecnológico. Allí llamaba a definir desde ahora el rol que jugarán los peruanos que hoy comienzan la escuela y que en veinte años deberán ser ciudadanos en un contexto de competitividad global y cambio acelerado.
La educación dominará nuestras vidas y estaremos en constante aprendizaje. La tecnología nos abrirá mundos y ampliará nuestras capacidades; será funcional a nosotros. Se estima que, para 2036, las instituciones educativas habrán cambiado por completo. Las evaluaciones serán distintas y, más bien, se medirá el nivel de comprensión a partir del uso de la tecnología. Las carreras técnicas tendrán un importante desarrollo que debe ser alentado.
Aumentará la gamificación, que reduce el abandono escolar. La realidad virtual y la realidad aumentada harán crecer el aprendizaje remoto y ayudará a demostrar y validar las competencias que hoy se espera alcanzar en los cursos.
El mundo se mueve hacia la sociedad híbrida de la tecnología cognitiva y, por ello, países desarrollados —como hemos sido testigos en NAFSA— ya dotan a sus niños y jóvenes del conocimiento, valores y habilidades que les permitirán tener empleo en el futuro.
El Perú requiere una reforma profunda en la educación, que incluya formación en valores, conciencia democrática, respeto, tolerancia y adaptabilidad al cambio. El talento de nuestros jóvenes es hoy un valor. Aprovechémoslo en beneficio del país.
* Ex primer vicepresidente del Perú.