Escribe: Raúl Diez Canseco Terry *
Cuando regreso a Arequipa, mi mente se conecta con las raíces que comparto con mi abuelo, Carlos Diez Canseco, nacido un 24 de septiembre de 1880. La vida de mi abuelo estuvo marcada por su dedicación a la política, como subprefecto de Cutervo, Jaén, Huari y Dos de Mayo, así como prefecto de Huancavelica y Huánuco. Además, enfrentó detenciones y destierros debido a sus convicciones.
En cada visita a Arequipa, su espíritu revive en mí. La generación de mi abuelo heredó las secuelas de la Guerra del Pacífico y, sin que nadie les consultara nada, se sumergió en la reconstrucción del país, afrontando urgentes problemas con escasez de recursos. En aquel entonces, el objetivo político era claro: sacar adelante al Perú.
Durante mi breve estancia en la región, pude constatar que, a pesar de no enfrentar las consecuencias de una guerra, nos encontramos inmersos en una tormenta perfecta de situaciones naturales y políticas. Si no gestionamos adecuadamente esta situación, podríamos experimentar un impacto económico y social similar.
Recordemos que la pandemia nos golpeó económicamente y nos llevó, precisamente, a niveles no vistos desde la Guerra del Pacífico. Ahora, el inicio de El Niño Global es un hecho. El Instituto del Mar del Perú lo ha confirmado al encontrar en las costas del Callao una especie de langosta, que normalmente habita aguas cálidas desde el golfo de California hasta Guayaquil y las Islas Galápagos.
Se espera que, entre julio y septiembre de este año, las temperaturas en toda la costa peruana superen los niveles normales. El verano de 2024 podría generar lluvias intensas, desbordes e inundaciones en el norte y centro del país, así como sequías extremas en el sur.
Aunque el ministro de Economía y Finanzas, Álex Contreras, ha señalado que el impacto del fenómeno El Niño sería de entre 1 y 2 puntos del PBI, hay quienes creen que el daño podría duplicarse fácilmente. En los años 82 y 83, el costo de El Niño representó aproximadamente el 8 % del PBI; mientras que en el 97 y 98 el impacto fue entre el 4 y 5 % del PBI.
Si a esto le añadimos la incertidumbre y la pérdida de confianza que generarán movimientos de protesta, como la mal llamada “Toma de Lima”, resulta fácil imaginar que, si no controlamos al menos la situación política, podríamos desencadenar un desastre para el Perú. No podemos permitirlo.
Por eso, me alegra enormemente contradecir con hechos esta visión desequilibrada y afiebrada de las fuerzas retrógradas que quieren socavar el país, y apostar por Arequipa y su educación. Haciendo grandes esfuerzos y reconociendo las enormes posibilidades de recuperar el camino hacia el crecimiento, esta semana inauguramos una nueva sede del Instituto de Emprendedores USIL en Lambramani, un punto estratégico de Arequipa.
Tenemos innumerables razones para pensar de manera positiva, como me quedó claro de nuestra conversación en la Cancillería, donde firmamos un acuerdo de mutuo beneficio. Un botón de muestra: nuestra gastronomía acaba de obtener un reconocimiento internacional que sitúa a Lima como la única capital con 4 restaurantes entre los primeros 50 del mundo.
“El Perú lo promovemos todos”, me dijo la canciller Gervasi al firmar el convenio de cooperación académica que permitirá al personal de la Cancillería acceder a diversas modalidades de estudio para su perfeccionamiento y, en consecuencia, mejorar la calidad del servicio diplomático.
Y es cierto. El Perú somos todos, lo promovemos todos, lo defendemos todos: sector público y privado, sociedad civil y sector académico. No nos dejemos chantajear por aquellos que pretenden tomar Lima.
La confianza en el Perú y su futuro la construimos y la defendemos entre todos.
* Ex primer vicepresidente del Perú