Escribe: Raúl Diez Canseco Terry*
Las circunstancias especiales del desarrollo nacional le están dando al buen empresario peruano –que siempre existió– la valiosa oportunidad de aportar obras de infraestructura, con una alta gerencia en el cumplimiento de los plazos y con cero corrupción.
Hubo un tiempo en que las grandes obras se hicieron así. Allí están las centrales hidroeléctricas, las edificaciones de vivienda, la Carretera Marginal del gobierno del presidente Fernando Belaunde o la famosa Vía Expresa, hoy Vía Luis Bedoya Reyes, que no solo resisten el paso del tiempo, sino que resolvieron problemas nacionales de envergadura y jamás recibieron acusaciones de malos manejos o corrupción.
Ahora que tenemos que demostrarle al Perú y al mundo de lo que somos capaces los peruanos, con la tecnología existente y con un ministro de Economía, José Salardi, con una acertada visión de desarrollo, se puede lanzar un programa sin precedentes que promueva el cierre de brechas en infraestructura, que, como sabemos, asciende a más de 120 mil millones de dólares.
Tenemos a la mano el programa hecho en el Perú denominado Obras por Impuestos, que en los últimos 15 años ha ejecutado obras por 11 mil millones de soles.
Este mecanismo, que tiene una cartera de inversiones de más de 30 mil millones de soles, podría incluso aplicarse para construir las megacárceles que necesitamos para combatir la inseguridad ciudadana y el crimen organizado.
No hay monto mínimo ni máximo para que la empresa privada asuma una obra a cuenta de su pago futuro de impuestos. Puede hacerse un hospital por 1,100 millones de soles —como se viene haciendo en Huaraz— o un cerco perimétrico para un colegio por un porcentaje mínimo de ese costo.
Se pueden financiar puentes, caminos rurales, mercados, canales de riego, viveros, pistas y veredas, rellenos sanitarios, hospitales, comisarías, miradores turísticos y electrificación rural. La cartera de proyectos es infinita. En todo el proceso, además del gobierno local o regional donde se ejecuta la obra, participan el Ministerio de Economía y Finanzas, ProInversión y la Contraloría General de la República.
Acceder al know-how de la eficiencia de las obras y generar valor en aquellos lugares donde el Estado no llega es demostrarles a los peruanos de a pie que tenemos hombres y mujeres de empuje, en todos los niveles, que apuestan por el país y que rechazan la corrupción. Y que están dispuestos a trabajar por el desarrollo nacional, como lo demuestra Obras por Impuestos, que hasta el momento no ha tenido denuncias por corrupción.
En este periodo preelectoral, es fundamental recuperar la esperanza de que los peruanos podemos hacer grandes cosas cuando nos lo proponemos. Y, siguiendo el lema del presidente Trump, debemos redoblar esfuerzos para hacer nuestro el slogan: “Hagamos grande al Perú”.
Las empresas privadas financian y asumen la responsabilidad de las obras desde la elaboración del expediente técnico hasta su ejecución y entrega. Obras por Impuestos es un mecanismo que nos recuerda que el buen empresario existe. Y que, cuando se junta la visión de un Estado moderno con la eficiencia de la empresa privada, es porque estamos transformando la responsabilidad social empresarial en una política de desarrollo inclusivo y de valor compartido para todos. Hagamos grande al Perú, nuevamente.
(*) Ex primer vicepresidente de la república.